¿Por qué lloras mamá? Me pregunta con una gran sonrisa y unos ojos brillantes que delatan querer una respuesta rápida. Eh! Mamá, ¿por qué lloras?…
Estoy triste, contesto a la vez que esbozo una pequeña sonrisa y la cojo dándole un gran abrazo. Estoy un poco triste hija, pero no pasa nada. ¿Y por qué estás triste mami? Vuelve a preguntar insistente, haciéndome saber, que mi respuesta le parecía insuficiente.
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