A lo largo de la Historia se ha hablado mucho de los primeros descubridores y conquistadores que llegaron a América, nombres conocidos por todos y cuyas hazañas y aventuras han quedado plasmadas para la posteridad. Sin embargo se ha hablado muy poco del papel de las mujeres en la conquista ¿se puede mantener este olvido o se ha de conceder un mayor protagonismo a esta mitad traslúcida de personajes que tuvieron un papel determinante en aquellos hechos? Hay historiadores que atribuyen este silencio al hecho de que las mujeres humanizan el proceso de colonización y, eso, no estaba bien visto en la sociedad del siglo XVI.
Fueron muchas las pioneras en tomar la determinación de dar un giro total a sus vidas y partir hacia el Nuevo Mundo. Algunas lo hicieron acompañando a sus maridos. Otras lo hicieron solas. De entre todas ellas cabría destacar algunos nombres como el de Inés Suárez, que tuvo un destacado papel en la conquista de Chile; Isabel de Guevara, la primera feminista del Río de la Plata; Mencía Calderón, la monja alférez y Catalina de Bustamante, considerada como la primera maestra de América y de quién vamos a hablar en este artículo.
Catalina de Bustamante se marchó a Nueva España acompañando a su marido y con sus dos hijas pequeñas. La familia se instaló en Texcoco y pocos años después su marido murió dejándola sola con sus dos hijas. En lugar de volver a España, Catalina pensó que era más útil quedándose en México ayudando a quién más la necesitaba. Comenzó enseñando a leer y escribir a las hijas de los españoles que vivían allí pero enseguida se dio cuenta de las injusticias y vejaciones a las que eran sometidas las niñas indígenas. Consiguió que le cediesen parte de un antiguo palacete y empezó a reclutar a las niñas a las que formó enseñándoles a leer y educó en la fe cristiana dotándolas de una dignidad de la que carecían las mujeres indígenas. La comunidad educativa creada por Catalina fue creciendo por lo que ésta se puso en contacto con la reina Isabel de Portugal a la que involucró en su proyecto. La reina envió a cuatro mujeres españolas para que la ayudaran en su labor, así como todo lo necesario para que abriera el primer colegio para niñas de América.
En 1535 volvió a España y se entrevistó con la reina a la que puso en conocimiento de la realidad de las mujeres y niñas indígenas que eran sometidas y utilizadas como moneda de cambio por los caciques locales. La reina entendió que la mejor arma para luchar contra eso era la educación de estas niñas y dispuso todo lo necesario para la apertura de nuevos colegios, enviando dinero y mujeres cualificadas para llevar a cabo la misión.
Catalina de Bustamante es un reflejo de una mujer adelantada a su época, no sólo por su formación académica; eran muy pocas las mujeres que sabían leer y escribir en el XVI, sino por su empeño en reivindicar la igualdad de hombres y mujeres. Dotó a las niñas de una educación impensable para la época, las formó enseñándoles un oficio y haciéndoles ver que tenían derechos y debían ser respetadas.
En 1545 la peste se llevó por delante la vida de Catalina antes de que pudiera terminar el proyecto que había iniciado unos años antes de crear colegios a los que pudiesen ir todas las niñas indígenas. En Texcoco, un monumento la recuerda como la primera educadora de América.
¿No creéis que merece una página en los libros de Historia?
Desde luego se merece esa página. Gran mujer.