El doce de Julio de 1997 dos disparos resonaron en la cabeza de una niña de once años sin ideas políticas. Cuarenta y ocho horas antes, las calles de muchas ciudades españolas habían comenzado a llenarse de manifestantes pidiendo la liberación de un joven concejal al que la banda terrorista ETA había secuestrado en una estación de tren de camino a su trabajo.
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