Soy mujer rural. Soy mujer rural porque me permito a mí misma serlo, no sin esfuerzo, no sin recompensa.
Me permito vivir en Gelsa, el pueblo de mi marido, a tan solo veinte kilómetros del Sástago que me vio nacer y donde viven mis padres y abuelos.
Soy mujer rural porque, como en tantas casas, mi despertador suena a las seis de la mañana para empezar el día y desplazarme setenta kilómetros y allí ser maestra rural, pero también porque, al regreso, puedo dar largos y relajantes paseos con mi perra respirando aire puro. Continue Reading